miércoles, 29 de agosto de 2007

Un día en mi vida.


Hoy no pudo ser uno de esos días normales, días en que te olvidas el carné y te duermes hasta tarde. Las presiones del día exigen a todos trabajar y estudiar.
Jueves no puede ser la excepción. Hoy es uno de esos días malos en que todo va mal y la mayoría de veces, si lo piensas bien, no es culpa tuya sino la de los otros, como por ejemplo caminar más para desayunar. Ahora debo de cruzar la avenida con el riesgo de que me atropelle algún carro y ver los rostros de la misma gente.
Si eres del tipo de persona, que tiene como costumbre mirar a los ojos a quien tienes al frente, entonces eres de los nuestros y de seguro que podrás presentir la tristeza y la alegría, los distintos ojos que tiene este bendito Perú.
Son esos mismos ojos los que noto en la señora que prepara mi alimento matinal. Sus manos morenas, cansadas por la rutina de todos los días parecen a veces temblar. Ella tiene su historia, todos tienen una historia, incluso yo poseo una historia (otra vez “el yo”), la historia que hacemos todos los días desde que nos levantamos.
- señora buen día, lo de todos los días por favor.
Sonrisa socarrona la de esta morena, a quien no le importa si está aquí o está allá, que si es fea o es bonita, son baladíes inoportunos, a final de cuentas “Lo que importa es estar”.Me dice.
Que buena la actitud que posee, envidiable para renegones como yo (que testarudez la mía, es que no hay cura).
Las arrugas marcan bien su frente y su sonrisa de “pollada” pintan un único cuadro, sólo comparable a las de Rembrandt, sí las de esas comadres del mercado holandés.
la delicadeza que poseen sus manos toscas cuando me acerca el vaso de avena, me trasladan a épocas de párvulo, cuando vivía con mi abuela.
- Hace mucho frío verdad. Me comenta.
No puedo hablar, tengo alimento en la boca, tan sólo asiento.
Mientras engullo mi alimento. Alguien se acerca y me tapa los ojos, me hace una broma y se va, es mi amiga Anita, “la terrible” ¡por qué?, no lo querrán saber, finalmente ella se va y otra vez solo .
La señora sonríe, mostrando sus dientes con residuo de pan. Esto hubiera generado algún estado de contracción en el diafragma como dicen los médicos, en mi no.
- Señora nunca le pregunte su nombre, ahora quiero saberlo.
- Consuelo, Consuelo nomás. Me dice.
No quiere decir su apellido, probablemente ni ese sea su nombre, imagino que tuvo un pasado desagradable con algún hombre, sea éste su padre o su esposo, de esos pasados que guardan muchas mujeres en lo más recóndito de sus recuerdos, porque el sólo hecho de evocarlos les causa daño. Parece vivir sola, aunque sólo Dios sabe con cuantos hijos carga todos los días.
Alrededor todo se mueve: los micros y los conductores, las personas y sus rutinas, cada uno con lo suyo, algunas caras conocidas, otras desconocidas. Las imágenes giran y forman remolinos, a ello llamamos algunas veces el vértigo de la vida. Por un momento me he detenido y lo he contemplado mientras bebo mi vaso de avena.
-Y como van las clases. Interrumpe abruptamente mis cavilaciones.
La miro por un momento, sus ojos se tornan más negros y conocidos que hace un momento, en pocos segundos debo responder, de lo contrario pensará que soy un retrazado, debo responder.
- Bien, un poco aburrido, pero bien. Le digo aludiendo equilibrio académico.
La señora parece gustar de las conversaciones, cualidad de la cual yo indefectiblemente carezco.

Que más podría decir de ella, he atravesado muchas veces estas calles, he visto mujeres como Consuelo todos los días, algunas cargar con sus niños pequeños en brazos, a otras más jóvenes coquetear antes del climaterio. Pero nunca he visto un día tan malo como éste.
Creo que no entraré a clases, los docentes amenazan con huelga, de manera que compraré un diario y me acostaré en cama “all day” como dicen los yanquis.
- “Señora gracias” hasta pronto. Sonríe, ella sabe que volveré mañana, pasado, pasado mañana, hasta que acabe esta mierda de universidad.

sábado, 25 de agosto de 2007

El pecado de olvidar lo que somos.


Poderosa tierra madre, no sé cual será tu voluntad, no podría replicarte nada, que tu en réplicas ganas siempre. Y mis hermanos lo saben. Mira hoy sus llagas, sangran y hacen llorar, pero madre eterna, no te enfades si te pregunto ¿por qué? porqué de esa manera. Es vano preguntarte, lo sé. Hay ciencia también lo sé, el mundo avanza de todas maneras. Por un momento parece que la humanidad se repliega. Que no te mientan querido sur, no creas lo que se te acerca, desconfía de quien te tiende la mano traidora. Poderosa madre tierra hoy no tengo poesía para escribir, mi alma esta en pena. ¿Pero bastará sufrirlo, o será menester ser reaccionario? Será corto lo que escriba porque no hay nada más que decir por ahora. Bastara con decir que nunca olvidemos lo que ocurre en nuestra historia, nunca olvidemos 1879, menos aún agosto de 2007.

sábado, 11 de agosto de 2007

Subterfugio al más allá.






Para la más bella de todas las flores: las azucenas, las que nombran lo que eres.(…)



En estas tardes de invierno cuando suelo salir al aire para ventilar lo que se pudre por dentro, puedo ver que la ciudad no se detiene, que la vida trae su caudal incontenible, arrastrando pobreza e injusticia. Estas tardes de sufrimiento para el corazón poeta, parecen ser más duros que la bofetada de mamá. Recuerdo los días de infancia cuando jugábamos a ser grandes, cuando soñábamos cambiar el mundo, recorrer los cinco continentes con nuestros barcos y aviones de papel. Hoy de todo ello no queda nada, sólo el agonizante recuerdo de haberlo sido. Recuerdo lunes por las noches, cátedras de filosofía hasta la madrugada, no creo haber vivido tanto.
¡Hoy no existe más revolución ni fariseos a quien acusar!. Hoy los libros están cerrados, sellados porque la vida no responde, porque la muerte a galope se acerca. No podré contener la pena, la soledad plantará bandera. Mis barcos serán invadidos por manchas negras, un pasado amenazante destruirá mi deseo de trascendencia.
¡Ya no habrá más revoluciones seguramente, no habrá más fariseos a quien acusar!, y estas tardes serán tristes, tan pesadas que cubrirán de oscuridad y las calles se harán más grandes y ya no habrá los recuerdos de niño en la ciudad, un olor a muerte se esparcirá, tornándose en una atmósfera y un nuevo sistema de vida se iniciara, el ciclo cerrara y otro se abrirá. Ya no habrá flores ni mariposas, mañanas de sol, ni Mozart para escuchar. Porque éstas mismas tardes de invierno se encargaran.

Hoy que en esta tarde casi oscura te puedo contemplar dormida y enamorada, puedo acercarme a tu oído y decirte que pronto acabará, que descansaremos juntitos, que soñaremos con la libertad. Que seré para ti por completo, mientras tanto amada mía, mientras tanto espera un poco más, que no tarda el aguacero y no hemos buscado donde refugiarnos, mira que las nubes negras se tornan amenazantes, mira que el cielo en su inmensidad tiene mucho de gris e intranquilidad.

Amada junta tu mano a la mía, caminemos sobre la ciudad, juremos construir un mundo nuevo, y juguemos en este grisáceo cielo como dos niños encandilados. Contemplemos el arrebol del cielo, el lampo que parte de las nubes. Busquemos el cerúleo cielo en alguna parte ha de estar. Concibamos un nuevo áureo deseo y acostémonos, cerremos los ojos un nuevo mundo acaba de empezar.