sábado, 11 de agosto de 2007

Subterfugio al más allá.






Para la más bella de todas las flores: las azucenas, las que nombran lo que eres.(…)



En estas tardes de invierno cuando suelo salir al aire para ventilar lo que se pudre por dentro, puedo ver que la ciudad no se detiene, que la vida trae su caudal incontenible, arrastrando pobreza e injusticia. Estas tardes de sufrimiento para el corazón poeta, parecen ser más duros que la bofetada de mamá. Recuerdo los días de infancia cuando jugábamos a ser grandes, cuando soñábamos cambiar el mundo, recorrer los cinco continentes con nuestros barcos y aviones de papel. Hoy de todo ello no queda nada, sólo el agonizante recuerdo de haberlo sido. Recuerdo lunes por las noches, cátedras de filosofía hasta la madrugada, no creo haber vivido tanto.
¡Hoy no existe más revolución ni fariseos a quien acusar!. Hoy los libros están cerrados, sellados porque la vida no responde, porque la muerte a galope se acerca. No podré contener la pena, la soledad plantará bandera. Mis barcos serán invadidos por manchas negras, un pasado amenazante destruirá mi deseo de trascendencia.
¡Ya no habrá más revoluciones seguramente, no habrá más fariseos a quien acusar!, y estas tardes serán tristes, tan pesadas que cubrirán de oscuridad y las calles se harán más grandes y ya no habrá los recuerdos de niño en la ciudad, un olor a muerte se esparcirá, tornándose en una atmósfera y un nuevo sistema de vida se iniciara, el ciclo cerrara y otro se abrirá. Ya no habrá flores ni mariposas, mañanas de sol, ni Mozart para escuchar. Porque éstas mismas tardes de invierno se encargaran.

Hoy que en esta tarde casi oscura te puedo contemplar dormida y enamorada, puedo acercarme a tu oído y decirte que pronto acabará, que descansaremos juntitos, que soñaremos con la libertad. Que seré para ti por completo, mientras tanto amada mía, mientras tanto espera un poco más, que no tarda el aguacero y no hemos buscado donde refugiarnos, mira que las nubes negras se tornan amenazantes, mira que el cielo en su inmensidad tiene mucho de gris e intranquilidad.

Amada junta tu mano a la mía, caminemos sobre la ciudad, juremos construir un mundo nuevo, y juguemos en este grisáceo cielo como dos niños encandilados. Contemplemos el arrebol del cielo, el lampo que parte de las nubes. Busquemos el cerúleo cielo en alguna parte ha de estar. Concibamos un nuevo áureo deseo y acostémonos, cerremos los ojos un nuevo mundo acaba de empezar.

3 comentarios:

Gonzalo Del Rosario dijo...

Es que cuando uno se tiempla, todo empieza de nuevo . . . espera . . . sólo espeeera . . .

Gonzalo Del Rosario dijo...

Oe ya pe ¿cuándo escribes algo más? Yo ya lo hice.

azucena dijo...

GRACIAS AMOR POR DEDICARMELO
TE AMO TANTO.
INFINITA ESENCIA MIA.